Reminiscencias en clase

bici

En Atravesar el mundo el viaje por la lectura ha sido para mí la excusa para recordar. Esta vez en el taller “Deriva Urbana, leer la ciudad” nos pidieron que nos presentáramos con nuestro nombre y contando algo sobre un lugar importante en nuestras vidas, no lo pensé dos veces ¡tengo tantos recuerdos de mi niñez!

Mi nombre es Taira, mi padre tenía un centro recreacional en un pueblo de Córdoba donde los paisajes son como sacados de una historia de fantasía. Solía recorrer en la mañana temprano esos lugares donde la brisa abrazaba mi piel y mis hebras de cabello se parecían a las ramas que yo observaba. Se movían para todos los lados, era algo que me gustaba mucho, todo el paisaje era verde muy verde.

La brisa y esa soledad en medio del camino me hacían sentir libre de mi padre a quien le tenía tanto temor por ser tan rígido con sus hijos, entre esos yo. Cada vez que llegaba del paseo él me esperaba con un cinturón por no pedir permiso, pero ya nada importaba, había sacado todo lo malo en ese recorrido.

Aprovechaba cada mandado para salir en bicicleta. La bicicleta ha sido mi pasión desde niña solo por sentir esa brisa, lo que me hacia pensar que no había en el mundo un lugar así. Desde entonces solo espero tener oportunidad para visitar una finca o el mar. Quiero volver a hacer ese recorrido que era muy importante para mí, para desahogarme de todo aquello que me rodeaba. Hoy vuelvo a recordar esos momentos en Atravesar el mundo, viajo a través del tiempo y escribo lo que jamás pensé escribir: mis memorias.

 

Texto por Taira Hernández


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